¡Oh, cómo florece mi cuerpo, desde cada vena,
con mas aroma, desde que te reconozco!
Mira, ando mas esbelto y mas derecho,
y tu tan sólo esperas...¿pero quién esperas tú?
Mira: yo siento cómo distancio,
cómo pierdo lo antiguo, hoja tras hoja.
Sólo tu sonrisa permanece como muchas estrellas
sobre ti, y pronto también sobre mí.
A todo aquello que a través de mi infancia
sin nombre aún refulge, como el agua,
le voy a dar tu nombre en el altar
que está encendido de tu pelo
y rodeado, leve, con tus pechos.
Rainer Maria Rilke